No es que no haya pensado antes en el desarrollo de este artículo, sólo que cuando se me ocurría ponerme serio y escribir sobre el tema, la realidad me indicaba que la bacinica quedaba bastante a trasmano para luego regresar al asunto en cuestión y, encima, en el camino de regreso a mi sitio, ocurría que el Madrid ya había contratado técnico casi sin enterarme.

 

Cuando esto pasaba, que ha sido un par de veces en la última década en la que ha habido tantos cambios de entrenadores en la institución merengue, las oportunidades de contratar a alguien idóneo han tenido mínimas variantes alrededor del perfil deseado, pero, nunca la lista de candidatos desde que Florentino Pérez está al frente de la entidad de Chamartín se ha permitido a los no deseados aunque luego el sapo saliera rana.

 

El presidente blanco puede prometer cosas en arameo si es necesario, pero sus decisiones siempre están tomadas de acuerdo a un patrón de pensamiento propio que se ha reflejado en sus apuestas a la hora de invertir, sobre todo en el apartado de un estratega, aunque sus yerros con la contratación del elegido pueda sufrir una decepción como la de Julen Lopetegui. 

 

La paupérrima situación que atraviesa la entidad de la capital de reino, le obliga nuevamente a variar el rumbo en la elección del dueño del banquillo blanco, y es así que su necesidad le lleva de nueva cuenta a tener que decidir un inquilino de confianza en Valdebebas con carácter de cierta premura.

 

Ya lo dijo Santiago Solari hace un par de días atrás: El Real Madrid tiene más pretendientes que Julia Roberts; y el técnico argentino tiene absoluta razón. Así será siempre la historia ‘amorosa’ con esta institución. Sólo es prudente tener en cuenta que para el señor Pérez, sus ‘novias’ siempre deben ser dueñas de un prototipo especial en el que Hugo Sánchez no está, y me atrevo a pensar que nunca estará.