
Martín Onti: Piqué y cómo recuperar el interés perdido
BARCELONA, España.- Algo se debería hacer para recuperar el interés de una liga casi muerta. No puedo argumentar el nivel de juego como causa principal de esa mortandad futbolística que le va ganando al afecto de acudir a un estadio mientras quedamos a diez jornadas del final de campeonato, pero sí mencionar hechos que han llevado a mucha gente a revalorar un fin de semana con la familia.
En España, esos puntos que separan al líder de su inmediato perseguidor, la misma cantidad en encuentros por jugarse, echan un manto de frialdad al apego de seguir de cerca algo que ya todos sabemos está definido y que sólo una hecatombe de niveles desconocidos podría alterar. Vamos, que imposible.
Es así que hay que mover el avispero de la chismografía y la rumorología para que LaLiga no muera en pleno intento de sobrevivencia y, créanme, cualquier motivo es sustancialmente válido para ello. Lo saben quienes desde la exposición de temas diversos lo promueven y quienes desde el silencio prudente lo apoyan.
Todos los medios son bienvenidos para que esto suceda. Uno de ellos es el que promueve Gerard Piqué. Reconocido contrariador de políticas de distintos grados, el central del FC Barcelona es junto a Sergio Ramos, ubicado en el polo opuesto de la consideración de niveles intelectuales, el que más sacude la modorra a la que desde lo deportivo hemos llegado.
Que lo de Piqué no funciona tan acorde para la ocasión, pues bueno, tiremos del tema compra-venta de jugadores y démosle al pueblo el pan y circo que siempre ha dado buenos resultados. Y allí aparece Paul Pogba con la camiseta del Real Madrid, Antoine Griezmann con la del Barça, la dicha de Zinedine Zidane, el conformismo de Ernesto Valverde y sus innumerables etcéteras. Esto, hasta que el tema se angustie en un par de semanas y los partidos acordados en Estados Unidos ganen espacio en las noticias como salvación a un sistema económico que se debate entre lo lujurioso que puede ser la vida o aquella que deba ajustarse el cinturón.
El síntesis, que esta liga española muere cada vez a pasos más agigantados, tal y como lo hace la inglesa, la alemana, la francesa y la italiana, justo allí donde el poder del dinero de los más pudientes separa al grupo privilegiado del resto, de ese puñado de entidades que dominan aquellos escenarios donde sólo se divierten unos pocos elegidos.