
Martín Onti: Joachim Löw
MADRID, España.- En el torrentoso río de incertidumbres que está siendo el Real Madrid esta semana, cualquier rama en el curso de sus aguas servirá para agarrarse, hasta inconscientemente, como a una tabla de salvación. Nadie más que aquel que haya atravesado tormentas que les hayan dejado sin razonamientos, podrá entender el momento de crisis por el que atraviesa la entidad de Florentino Pérez en estos días.
El estratega alemán Joachim Löw sentado en las gradas del Santiago Bernabéu es, o pretende alguien que así sea, esa rama, ese cable a tierra que busca la institución merengue para asirse desesperadamente a la esperanza que significa recuperar las bases de una supervivencia descuidada y a la deriva.
Perder dos partidos seguidos y quedar eliminado de dos competiciones con diferencia de horas –la Copa del Rey con seguridad absoluta y LaLiga casi con similar certeza- son sólo superables en el dolor incontestable si el Ajax de Ámsterdam se aprovecha de la situación, en 48 horas más, y le elimina de la Champions League en un feudo que ya riega sangre de adiós, al menos para algunos de ellos.
Se ha hablado tanto de esta anómala encrucijada por la que atraviesa el Real Madrid, que sinceramente poco queda por agregar. La repetición de argumentos poco aporta ya para poner el problema en perspectiva. Hay situaciones que no pueden ir repitiéndose hasta el hartazgo porque no corresponde decapitar a la víctima desde una plataforma superior tantas veces.
Es tiempo ya que quienes saben lo que ocurre, y me consta que los hay, tomen al convaleciente de la mano y lo conduzcan con paso calmo y seguro por el camino correcto. No vale hoy acotar que hubo un verdugo no deseado en el mismismo Bernabéu, que se rompieron datos históricos, que las traiciones cuentan y que la desazón aún esta mañana de domingo no se aleja de Chamartín.
Para quien esté cercano al mundo del fútbol, y hablo de esas generalidades que este deporte encierra, no hace falta más señalamientos, acusaciones o amenazas. Es tiempo de poner el cuenta kilómetros a cero y empezar de nuevo a sabiendas, eso sí, que los plazos de recuperación serán inciertos.
Joachim Löw bien puede ser una buena alternativa, pero, es apenas la punta del inmenso iceberg que la superficie deja ver. El Real Madrid, me atrevo a pensar, necesita mucho más que una nueva imagen desde el banquillo. Se ha llegado tan lejos con los paños fríos, que la herida bajo la cura se ha transformado en una infección de peligrosa contaminación a la que sólo la juventud y la ambición de Sergio Reguilón y Vinicius Júnior pueden hacer frente.