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Martín Onti: El imperio derrocado
MADRID, España.- Cuando de suposiciones se trata, las pocas verdades y las muchas mentiras pueden sentirse cómodas en sus territorios. Hasta corroboradas las mismas, la amplia avenida del medio albergará elucubraciones más allá de los límites admisibles para señalar a los dueños de la razón o los responsables de la sinrazón. La detención de supuestos oportunistas, culpables de amañar resultados de partidos en favor de beneficios de un selecto grupo, delata al fútbol español estos días.
En el camino de los acontecimientos todo parece tener el derecho a los supuestos hasta que se llegue al fondo de la verdad. Todo se mueve en el campo de lo insípido, en ese espacio donde reina la incredulidad y la sospecha, allí donde el desinformado transforma un rumor en un hecho donde todo se va disfrazando de lo que parece ser pero que muy bien podría no ser.
La ambigüedad de la noticia nos mantendrá en vilo, mal o bien, hasta que esta sea de un absolutismo marcado por lo concreto de la realidad. En eso estamos al final de esta temporada 2018-19 que se va extinguiendo a falta de un evento en el que el fútbol español sólo aportará un estadio, el Wanda Metropolitano de Madrid, para dilucidar quién es el campeón de la Champions League.
Por lo demás, y en lo que atañe al capítulo internacional, sólo es válido agregar que en la esperada categoría de mejor jugador del mundo de la temporada nadie debería, a pesar de sus fracasos a nivel grupal, discutir que el Balón de Oro debiera corresponder a Lionel Messi.
Luego, para el análisis más exhaustivo, llega el tema de un fútbol de cabotaje que tendría que ponerse a ver su propio ombligo para recuperar una autoridad que ha ido perdiendo con el tiempo, dependiendo, para los graciosos, de si el Brexit del imperio británico debe ser tenido en cuenta para esta descalificación futbolística.
A partir de allí y hablando precisamente del tema de fondo, que es la pérdida del privilegio de LaLiga a manos de la Premier League para ser considerada la mejor del mundo, los detalles pasan a tener una importancia capital en el intento de recuperar un reino que regresó a manos de los que inventaron este juego.
El fútbol español debe agradecer y reconocerle mucho a Messi. De no ser por el astro argentino del Barça, la caída hubiese tenido proporciones más vejatorias en el consenso europeo y mundial. La posibilidad de Sergio Ramos de abandonar al Real Madrid en favor del fútbol chino no hubiese hecho más que ahondar la actual crisis remarcando una falta de apuesta a las inversiones que necesita España para discutirle al fútbol inglés la supremacía en el contexto deportivo-mercantil, base del fútbol contemporáneo.
Los cambios deben ser drásticos, sobre todo por una necesidad mayúscula que es palpable en el entorno futbolístico del imperio español derrocado. El mundo que crearon los mismos que ahora se encuentran desorientados no les perdonará el renunciamiento a la lucha, simplemente porque ya está visto que Lionel Messi en soledad no basta.
Martín Onti