RÍO DE JANEIRO, Brasil.- La tiradora norteamericana Kimberly Rhode ha establecido un nuevo récord en la historia de los Juegos Olímpicos de verano al ganar una medalla individual por sexta edición consecutiva. Rhode ganó la presea de bronce en el skeet, misma prueba donde consiguió uno de sus tres oros olímpicos.

 

 

Rhode nació en California, tiene 37 años y debutó en Juegos Olímpicos en Atlanta 96 apenas con 17 años, donde se agenció el oro en el doble trap.

 

 

En Atenas 2004 volvió a repetir dicho título, mientras que en Londres 2012 se coronó campeona en el skeet. 

 

En total acumula tres medallas de oro, una de plata y dos de bronce, pero en lo absoluto tiene pensado retirarse. En Tokio 2020, a menos que ocurra algo inesperado, volverá para quedarse en solitario como la atleta que se ha subido al podio de manera individual en más Juegos Olímpicos, condición que de momento comparte con el italiano Armin Zoeggeler, quien ha sido también seis veces medallista olímpico de invierno en el luge.

 

Sumando también las preseas conseguidas de manera colectiva otros cuatro atletas han logrado la proeza.

 

Rhode compitió en Londres 2012 sin saber que estaba embarazada y estuvo cerca de perder la criatura. Durante los últimos cuatro meses de la gestación tuvo que guardar reposo absoluto y no pudo cargar un objeto de más de cinco libras. Su hijo no nació exento de problemas y a los seis meses necesitó una cirugía urgente de la vejiga.

 

Los meses siguientes fueron de mucho dolor, no solo físico. Seis de sus amigos murieron después de esos Juegos Olímpicos, su esposo tuvo que ser hospitalizado dos veces por diverticulitis (sangramiento del intestino grueso) y su padre se rompió una pierna.

 

Pero poco a poco se fue recuperando y volvió a tomar la escopeta. 

 

 

En Río 2016 no la tuvo fácil para llegar al podio. En la definición por muerte súbita ante la china Wei Mang falló un disparo y le dejó la medalla en bandeja de plata a su rival, quien falló inmediatamente después de ella. En lo adelante rompió todos sus platos.

 

“No me importa si es oro, plata o bronce. Quiero gritar, correr y llorar, pero no sé qué hacer primero”, dijo tras alcanzar su medalla. “Mi camino esta vez ha sido muy difícil y muy emotivo. Todavía lo es”, agregó.