Las expectativas puestas sobre el ganador de este prestigioso premio son altísimas. De él se espera que se convierta, si no lo es ya, en una superestrella. Sin embargo, el futuro es caprichoso y las carreras de los futbolistas, impredecibles. De ahí que haya ganadores del Golden Boy que, por unas cosas o por otras, no estén teniendo o no hayan tenido la carrera que se esperaba que tuvieran.

 

Es el caso del siempre controvertido Mario Balotelli. Ganó el Golden Boy en 2010 y lo tenía todo para ser imparable, pero él, con sus escándalos y polémicas, se frenó a sí mismo. Pasó por equipos tan grandes como el Inter, el Milan, el City o el Liverpool, pero se recuerdan más sus líos que sus goles. Ahora, a sus 31 años, juega en el Adana Demirspor turco.

 

 

Otro caso es el de Anderson Oliveira. Lo ganó en 2008 cuando mejor fútbol ofreció en el Manchester United, pero en lugar de seguir creciendo se estancó. Tras volver a Brasil y probar en el fútbol turco acabó retirándose en 2019.

 

En 2009 el ganador fue Alexandre Pato. Calidad y talento le sobraban, como también le sobraron las lesiones que frenaron su progresión cuando despuntó en el Milan. Pasó por el Chelsea y el Villarreal, y ahora, a los 32 años, vuelve a disfrutar del fútbol en la MLS, en las filas del Orlando City.

 

En 2016, Renato Sanches maravilló a toda Europa por lo que hizo con el Benfica y con Portugal en la Eurocopa, incluido a un Bayern que acabó pagando 40 millones por él. Ese mismo año ganó el Golden Boy y se esperaba lo máximo, pero no le fue bien en Alemania y acabó a préstamo en el Swansea, para ser vendido poco después al Lille, donde, a sus 24 años, parece que vuelve a demostrar por qué ganó el Golden Boy.