Jue.Jun.08 1:25 PM EDT

Martín Onti: Despertar a la realidad
MADRID, España.- El FC Barcelona es finalista de la Copa del Rey por sexto año consecutivo. Venció al Real Madrid en el propio Santiago Bernabéu sin merecerlo y por una serie numerables de despropósitos en el conjunto de Santiago Solari. Algunos podremos decir que así es el fútbol, un deporte de relatividades que cuentan en ocasiones que debemos aceptar con la razón y el silencio entremezclados.
No es sorpresa la derrota del Madrid ante este ‘pensante’ Barça. Debemos entender que Ernesto Valverde sabe lo que hace, o lo intenta al menos. Más le veo ejecutar sus planes, más le valoro aunque se equivoque en los tiempos y a veces en las formas. El técnico extremeño leyó bien lo que podría pasar esta noche dadas las circunstancias por las que atraviesa el equipo merengue.
Varios frentes abiertos sin tapujos podían tener solución inmediata, sólo a través de la victoria, y eso condenó al equipo blanco. En este tipo de situaciones, a las que atraviesa la plantilla de Solari me refiero, dirimir un encuentro de este talante a su favor era tan fundamental como necesario.
Este Real Madrid, que desde la partida de Zinedine Zidane camina por la cuerda floja en todo sentido, no atina a comprender que un cambio absoluto, inmediato y total se hace fundamental. Las catarsis son prioritarias cuando se ha llegado al fondo de un callejón sin salida clara. Ese es el estado mental en el que se encuentra la entidad de Florentino Pérez, y una modificación conductiva se me ocurre la alternativa más propicia llegado este punto.
Ante el FC Barcelona, en esta vuelta de semifinales de la Copa del Rey, la institución blanca dejó en evidencia que la decepción nunca llega en solitario. Su rival, encima, tuvo la fortuna de conseguir esa efectividad que le faltó al Madrid y, así, los hechos pasaron con el 0-3 final a someter a castigo una situación ya insostenible a nivel de club… de este tipo de club.
El Real Madrid, según mi teoría, no pierde ante la escuadra blaugrana por ser menos futbolísticamente, ni por las erráticas definiciones de sus hombres frente a Ter Stegen, ni tampoco por el planteo de juego. Los de Solari –aunque debiera decir en este caso, los del Sr. Pérez- pierden desde el desconcierto del vestidor, desde los desganados entrenamientos en Valdebebas, desde la falta de confianza entre sus jugadores, de la falta de respeto hacia su cuerpo técnico y del desencuentro general de todo el estamento institucional merengue.
Esta noche en la capital del reino, en la propia meseta central, allí donde siempre el campeón del mundo suele imponer, al menos, su reconocida personalidad, el Real Madrid se dejó arrebatar la casi final que había despreciado ya en el la Ciudad Condal en el partido de ida.
Lo demás, cada uno de los ‘demases’, deben ser puestos sobre la mesa de manera urgente y entender que para solucionarlos uno por uno, llámese Bale, Isco, Asencio, Vinicius, Courtois, Navas, Marcelo, Kroos, etc, etc, deben llegar primero a un punto de partida que identifique a todos, despertar a la realidad y luego, recién, volver a ser el Real Madrid.