El jugador de Juventus Alvaro Morata (d) celebra con sus compañeros después de anotar un gol hoy, martes 5 de mayo de 2015,Liga de Campeones entre Juventus y Real Madrid, en el estadio Juventus de Turín (Italia). EFE

Martín Onti: La explicación lógica

MADRID, España.- No sería lo suyo dar explicaciones futbolísticas que justifiquen una lógica, como por qué el sol irradia calor y no frío, sobre este fútbol italiano que no puede generar satisfacción lúdica desde la perspectiva del buen juego. La historia del Calcio es tan fuerte y arraigada, que pedirle a la Juventus, o a cualquier otra entidad de Italia, que proponga juego de toque, de combinaciones preciosistas, o sentido de fútbol asociado, es una verdadera utopía.
 
En este sentido, la decadencia del Calcio no viene marcada desde hace un par de temporadas atrás sino desde la cuna misma de su origen. Desde los tiempos siempre presentes del Catenaccio, el hoy conjunto de Massimiliano Allegri ha vuelto a demostrar ante el Real Madrid en esta ida de semifinales de Champions League, que puede ser rey en su propio terruño, donde la mediocridad campa a sus anchas, pero, que queda descubierto en su debilidad futbolística ante equipos que propongan una mínima intención de gestión ofensiva.
 
 
El fútbol italiano, la Juventus de Turín en este caso particular, no puede proponer juego de ataque, de intenciones goleadoras, de demostrar un enamoramiento con el balón bien jugado, ni de compromiso obsesivo con la portería adversaria. Nada de eso es posible en la mentalidad de los piamonteses porque simplemente ese no es su ADN y no puede hacer lo que no sabe, no por traicionar sus creencias, sino precisamente por ser fiel a ellas.
 
En esta ida llevada a cabo en Turín los locales hicieron lo que saben, nada más, sin sorpresas. El Real Madrid, en cambio, jugó a remolque de la Vecchia Signora y con el objetivo de marcar un gol pensando en la vuelta a jugarse en siete días en la capital española.
 
 
Ambos cumplieron con lo suyo en este cotejo, con lo que pueden ofrecer por historia, por trayectoria, y por tradición. Los dos se van satisfechos, felices podríamos decir, con el legado de sus respectivos propósitos; uno porque quiso ganar aunque sea por la mínima y lo consiguió, y el otro porque conquistó el gol de la honrilla que podría significarle el paso a la final de la Champions League.
 
El Santiago Bernabéu decidirá la semana entrante si la convicción del ya Campeón de Italia tiene su ansiada recompensa, o si el castigo de insistir tozudamente con Sergio Ramos de mediocentro, termina ajusticiando el obstinado capricho de Carlo Ancelotti.
 

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